La hipocresía de los gobiernos y las corporaciones
es infinita.
La cobarde agresión contra los pueblos indígenas,
desposeídos de tecnologías bastardas
pero llenos de inocencia, sencillez y belleza,
a causa de la ciega ambición de unos empresarios sin madre
auténticos depredadores de la vida.
Desde aquí protestamos por esta sinrazón
e invitamos al mundo a poner el grito en la tierra
a denunciar a estos miserables que
por unos dólares más
venden hasta sus hijas
al mejor postor.
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